sábado, 27 de enero de 2018

Huyendo del ensueño

Se despertó, como cada día... todo salvo por el detalle de que la reina lo reclamaba. ¿Por qué? se preguntó... En su vida gris, nada había logrado, nada que destacara.

Había perdido demasiado... Familia, amigos, todo aquello cuanto le importaba.
Tenía trabajo por poseer magia, inofensiva, pero útil a ojos de los demás.
Era su bien más escaso... Lo único que le diferenciaba, pero aquello definitivamente no tenía nada que ver con ella.

La implacable reina... Se la conocía por su autoridad, por su crueldad.
Tiempo atrás la admiraba por su belleza y por su magia, útil y destructiva, pero se dio cuenta de cuanta maldad albergaba en su corazón.

Llegando al palacio, un mensajero le informó de que la reina lo quería muerto... A él le había tocado una fortuna de 40 millones, gracias a su magia, y la reina lo consideraba una amenaza a tener en cuenta, un estorbo.

De regreso a casa, le hizo una visita a su vieja mentora, la cual le aconsejó que huyera del reino, más allá de los límites de él se hallaba un sitio muy especial, un sitio en el que se podía comprar la entrada al
paraíso, a un mundo de gozo infinito.
Antes de marcharse, su mentora le obsequió con una bufanda de sello real, con la cual la reina distinguía a los plebeyos de los aldeanos.

Huyó a paso ligero... Y se encontró con ella, tan bella con su vestido rojo, su mirada asesina y esa sonrisa espeluznante.
Pasó por su lado y esta se detuvo. Dios mío, pensó él... La reina decidió dedicarle una de sus gélidas sonrisas... por suerte.

Llegando al final, decidió emplear su magia para volar hasta alcanzar su destino, un edificio peculiar.

Dentro, halló a las personas responsables de ese "paraíso"... Si depositaba los 40 millones, estaría un año dentro de un programa de simulación, un falso paraíso donde el dinero no tenía fin, con toda clase de caprichos, de luminosidad, paz, amor.

¡Un año, que poco! Pensó.
Decidió marcharse... Dando vueltas al asunto.
Entonces ocurrió algo que lo impactó de un modo inimaginable... Se encontró con unas personas que desprendían magia, personas que, como él, habían sido exiliados por la reina.

Se encontraban en un paraje colorido, fuera de lo común, en el cual, el único objeto era un espejo. Cuando fue a observar dicho espejo, lo tumbó y halló algo que lo dejó aun más perplejo... Todo se oscureció, perdió su extraordinaria gama de colores, y de repente, todo quedó de color de blanco, luz, una luz inmensa.

Los jóvenes le explicaron que este lugar en el cual se hallaban, era su mente, que el único remanso de paz al cual podía acceder era a este... Real, en su memoria.

Y entonces... Dejó de huir.
Decidió convertir aquel lugar en su santuario... Con el dinero, construyó todo lo que su antiguo reino estaba imbuido.

Y de repente la luminosidad llegó a su vida... La gente le seguía, le admiraba, le colmaba de cariño, se sentían protegidos por su magia, y la reina, se quedó con aquel reino de maldad que había creado... Ella lo escogió así.

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