Este es un pequeño relato, que comienza así:
Érase una vez, un joven cuya magia se había visto corrompida años atrás por una terrible maldición... a causa de ello adquirió terribles poderes destructivos, pero un buen día, dejó de utilizarlos.
Ahora, el mundo entero se veía sumido por incontables ataques, las muertes eran inevitables, a no ser que destruyeras a los causantes... pero el joven no quería, sabía que si lo hacía, el odio y la oscuridad le consumirian, así que optó por algo distinto, para conmemorar a los fallecidos e intentar aliviar las penas de los familiares.
Con cuidado, arrancó de una preciosa laguna llamada "Laguna Lunar", en honor al reflejo de la Luna que se puede ver en el agua, unas flores de color rosa, las llamó "Nomeolvides", y las encantó con magia... pero esta vez, el joven se sorprendió, pues de sus manos surgió magia luminosa, la magia cuyo origen reside en el amor.
Esto permitió al joven dotarlas de unas propiedades mágicas, las hizo levitar, y cuando se hizo de noche, les dio la capacidad de brillar como nunca antes se había visto... pasaron a iluminar con su radiante belleza el cielo oscuro y nocturno.
Había algo más... esas flores contenían los espíritus de todos los fallecidos, fue eso lo que permitió al joven transformarlas en estrellas... gracias a la luz interior de cada uno.
Con esta hazaña, el joven recobró sus poderes, convertidos en magia pura, y decidió ir de pueblo en pueblo, sanando y ayudando a todo aquél que lo necesitara... por suerte habían más personas especiales como él, capaces de ayudar... pero lo que logró con unas simples flores, fue recordado a través de los siglos, como la más preciosa de las hazañas.
