domingo, 17 de diciembre de 2017

El por qué profetizado

La profecía autocumplida existe... Doy fe de ello.

Durante casi toda mi existencia, me di a los demás, sin "pedir nada a cambio"... Maticemos.
A veces me nacía, pero otras... Buscaba el amor que en mí faltaba.

Tenía tanto miedo de enfrentarme a mis propios demonios... Que prefería sanar a otros, me parecía más fácil, que enfrentarme a mí mismo.

Por el camino, hubieron muchas decepciones... Juzgué, sin saber que en el fondo, me estaba condenando a mí mismo, relegando a la sombra todos aquellos aspectos oscuros que detestaba de mí.

Me costó tanto emprender el camino de sanarme... Un camino sin final.
Un camino de rencores guardados, de maldades cuyo origen era un corazón roto.

Porque delegue en los demás la obligación de amarme, porque dependía emocionalmente.
Porque si nadie me amaba... Era por mi culpa.

Necesitaba a mi príncipe, o princesa, me daba igual, necesitaba a alguien que me salvara... A alguien que me diera todo lo que yo mismo me negaba.

La clave era adentrarme en todo aquello que dolía... Abrazarme, consolarme, como lo hacía con los demás.
Sin tanto juicio ni condena... Pues nadie es perfecto, toda flor puede crecer, incluso estando hundida.

Y tomé la valentía de emprender este duro camino... Repleto de rosales, con espinas.
Espinas que te hacen fuerte... E irónicamente, compasivo con aquellos que no pueden enfrentarse a sí mismos.

Porque, uno puede ser todo... La mejor versión de uno mismo.
Porque las malas personas tan solo han olvidado su luz.
Y las personas grises, han olvidado su oscuridad.

Las luminosas... Nos acordamos de cada pedazo de nuestro ser.
Yo... Sé amar, porque he aprendido a amarme, aprendo día a día... Ya no necesito que nadie me salve.

Ahora simplemente... Quiero, estar con ese alguien imperfecto, pero tan bello que sepa conmover mi alma.
Faltaría saber si es correspondido... Pero mientras, he de seguir mi camino, perseguir mis sueños, y ser feliz.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Amando de verdad

Cuando las personas que creía más importantes de mi vida me fallaron, abandonaron...
Fue cuando descubrí el amor tan grande que había en mí.

Y es que el odio, es tan solo falta de amor propio...
Es el miedo, es el dolor, la tristeza no procesada.

Hay quien me ve frío...
Lo que no saben y todavía no alcanzan a comprender, es que he aprendido a amar verdaderamente, estoy en el proceso, de amar sin apegos, sin dependencia emocional!
Es que al final, nosotros vivimos, nosotros morimos, nadie lo hará por nosotros.

Y por eso, si, me preocupo, me duelen las cosas... Pero no intento coartar la libertad de nadie, pues la esencia de cada uno, es lo más valioso, único e intransferible.

Amo a mi familia aunque no les dedique mucho.

Amo a mis amigos... Amo a las almas rotas.

Amo al mundo, cada vez que yo me voy amando a mí, y libero a los demás de su dependencia emocional hacia mí.

Lucho por relaciones sanas, basadas en la transparencia...
Y los hechos dicen más que las palabras. 😊

sábado, 2 de diciembre de 2017

Libera el rencor

En esta historia... En un mundo de ensueño, un joven golpea a una chica, no importa el motivo, es un acto violento en un momento de rabia incontenible, pues odió algo que ella hizo, un error cometido, no perdonado.

Su mentor, una de esas personas a las que el joven admira, fue en su busca, para hacerle darse cuenta del gran fallo... Pero el joven tenía tanto miedo, que se escondió entre las sombras de una habitación, mediante una misteriosa pócima.

El mentor buscó y buscó, sin éxito... Hasta que reparó en la misteriosa pócima, y lo encontró. Pero él no se daría por vencido tan pronto. Se escapó a través de la ventana, volando por aquellos parajes, un parque, una escuela... Hasta que se encontró en un punto muerto.

Mentor y alumno se enfrentaron... Y el joven simplemente, dejó hablar al ego. "¡Este es mi sueño, y yo hago lo que quiero!"
El mentor empezó a mutar, transformándose en una mujer de anchas proporciones, a la cuál el joven reconoció, porque también la admiraba. "¿Por qué me persigues?" Preguntó el joven.
"¡Porque te odias a ti mismo! No importa el daño que creas sufrir, suelta el rencor" dijo la mujer.

En ese instante el joven recordó que, una vez más, se había dejado dominar por un sentimiento protector llamado ego. Y que su sombra, harta de no ser escuchada, adoptó la forma de dos personas sabias a las que él admiraba.

Su sombra y él se fundieron en un tórrido abrazo, lleno de besos y pasión descontrolada... Finalmente volvió a estar en control de si mismo, deseando despertar, y empezar de nuevo con el amanecer de la esperanza.