lunes, 2 de abril de 2018

La rotura del observador

Todos tenemos a Caperucita y el Lobo, a Bella y Bestia, a Blancanieves y la Reina Malvada, a la luz y a la oscuridad.

Es una conclusión a la que actualmente he llegado.
El amor verdadero lo tenemos en nuestro interior por supuesto, y accedemos a nuestro niño interior, maestro, Dios (llámalo como gustes) cada vez que amamos y actuamos de corazón, cuando nos dejamos guiar por el inteligente corazón.

Hemos venido a este mundo a ser, y uno no puede negar lo que es. Vivir en la dualidad es esperar ser siempre la misma persona (en esencia somos Dios, pero no hemos venido a eso, si no a ser humanos), es esperar no cometer actos "malos".

Yo he sufrido mucho a causa de que me negaba a mi mismo la posibilidad de ser.
¿Que algo me molestaba? Me callaba, no expresaba.
¿Que estaba triste? Da igual, hay que ser santo, un ángel.

Y así con todo... Además de aburrido, es realmente jodido limitarse tanto, limitarse a ser de una determinada manera, porque si no, no eres lo bastante merecedor de lo que la vida (Universo) te ofrezca, porque así, lo único que logras, sin darte cuenta, es vibrar MIEDO.
Miedo a ser imperfecto, a no ser aceptado.

Nosotros no somos luz, no somos oscuridad.
Somos, simplemente.
Somos todo y no somos nada. Somos energía manifestada, magia.
Somos neutros... Observadores de todo lo que acontece, en nosotros y en el mundo.

Por eso he aprendido que soy lo que quiero ser, en cada momento. Que si quiero ser "malvado", lo soy. Que si quiero ser "bondadoso", lo soy.
No he nacido para ser Buda, he nacido para ser yo.
Y cuanto más nos negamos a nosotros mismos, más nos controla la parte a la que negamos existir.
Si negamos ser luz, tu conciencia acabará consumiendote, por ser tan oscuro.
Si negamos ser oscuridad, tu mente también te torturara.
Si eres tú a cada momento, tu mente dirá, vale, estás bien, te estás amando y estás siendo libre.

Así de simple.
Aun con todo, yo elijo ser luz todo lo que pueda.
Pero la oscuridad... Siempre estará ahí, porque es lo que he venido a experimentar.

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