viernes, 17 de noviembre de 2017

Completo

No seas débil, no seas sensible, no seas femenino, no hables tanto, no seas tan fuerte de carácter, no llores, no seas inocente,
ingenuo, no seas tonto, no seas tan generoso.
Sé duro, sé reservado, sé más calmado, sé más fuerte, sé desconfiado, sé inteligente, sé egoísta.

¿Cuántas veces habré escuchado esas cosas y otras tantas? a base de tratar de ser luz, cada vez más, tratando de ser esa persona perfecta que todo el mundo anhelaba, tan solo para tener su aprobación, su amor, me oscurecí... Pues cada vez me odiaba más a mí mismo.
Aborrecia ser bondadoso, aborrecia mi torpeza, mi feminidad, mi compasión, no ser bello.

Y así, cada vez más, mi interior se hallaba vacío, desconsolado, cada sueño era una terrible pesadilla en la que la oscuridad y los monstruos que en ella habitan me perseguían, atacaban, mataban...  Yo trataba de hallar una luz, pero era imposible.
Todo lo que un día temí, finalmente salió a la luz, a la realidad, y el mundo abría sus fauces, reflejando todo el caos, mis sombras, las sombras de mi familia, de todos.

La oscuridad siempre existirá al igual que la luz, pues todos tenemos sombras, se crean al no aceptarnos en nuestra totalidad. ¿Para qué fingir? No somos perfectos...
Igual puedo ser rudo y
agresivo, que tierno y pacífico. Igual puedo ser femenino que masculino.
Puedo ser agradable o desagradable.
Amable o despreciable, humilde o arrogante, alegre o triste, enérgico o calmado.

Así soy, tonto e inteligente, torpe y habilidoso, luz u oscuridad, iluminado o sombrío... La cuestión es, ¿qué decidimos? ¿Ser mejores o peores? Ya
conocéis mi respuesta.
Iluminaré mi camino, y dejaré que mis sombras me protejan... Pues todo tiene lugar en mí, el Yin y el Yang, la esencia y el aprendizaje.

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